Ambientes de aprendizaje: un recurso
metodológico para el área de Educación Física.
Este
artículo trata de la posibilidad de incluir nuevas formas metodológicas en las
aulas con las que se potencie la creatividad y el trabajo autónomo de los
individuos.
Se
podría decir que los ambientes de aprendizaje consisten en la organización de
espacios y materiales, en los que el alumnado es el protagonista y constructor
de su proceso de aprendizaje a través de aprendizajes significativos, en los
que el docente pasa a un segundo plano, se dedicará a la organización de
espacios y a la reorientación de conductas desviadas si se diesen.
Existen
tres tipos de ambientes de aprendizaje que son los siguientes:
Ambientes definidos: el espacio y la organización de los
materiales no puede modificarse.
Ambientes semidefinidos: los alumnos pueden introducir pequeñas
modificaciones en la distribución y ubicación de los materiales.
Ambientes no definidos: presentación del material sin una
organización inicial de espacios ni materiales, los alumnos son los que crearán
dichos ambientes.
Para
introducir los ambientes de aprendizaje en las clases de EF es necesario
establecer objetivos relacionados con los elementos y el diseño de ambientes de
aprendizaje y la metodología empleada.
Es
necesario saber elegir los contenidos, pues podemos decantarnos por ambientes
dirigidos o ambientes no definidos. Para
determinar el tipo de actuación que se llevará a cabo, será esencial tener en
cuenta las condiciones del contexto, pues serán éstas las que lo determinarán.
Los
elementos estructurales que promueven la creación de un ambiente de aprendizaje
son:
Preparación
del ambiente:
Cuando
creemos ambientes definidos o semidefinidos será función del profesor en una
gran parte. No debemos limitar la función del docente como el director del
proceso de enseñanza y aprendizaje, para ello será esencial unificar: la
consecución de objetivos y contenidos seleccionados, ya sean procedimentales o
actitudinales, y poder vivenciar el mayor número de experiencias.
La
seguridad debe estar presente a la hora de diseñar un ambiente de aprendizaje,
ya que debemos prever situaciones que pongan en peligro al alumno y minimizar
posibles imprevistos. La preparación de un ambiente de aprendizaje implica un
montaje y un desmontaje. Nunca estos dos procesos tienen que suponer un mayor
esfuerzo que los beneficios obtenidos, debemos tener en cuenta la “economía del
esfuerzo”.
Los
materiales empleados en los ambientes de aprendizajes deben ser llamativos y
atractivos para el alumnado con el fin de captar su atención. Debemos
incorporar el factor sorpresa, puesto que es interesante que los alumnos
encuentren el ambiente de repente e incentivar así su motivación hacia el
ambiente.
Duración de los
ambientes:
No existe un
tiempo de permanencia determinado para cada uno de los ambientes, sino que los
niños son libres de permanecer en el ambiente que deseen el tiempo que
consideren oportuno, y el maestro no debe intervenir en dicha elección.
Normas de
participación:
Para un buen
desarrollo de una sesión de ambientes, será necesario establecer unas normas de
convivencia, las cuales serán establecidas por los propios alumnos y se
recordaran al inicio de cada sesión. El docente únicamente intervendrá cuando
surjan conflictos que los alumnos no sean capaces de resolver y actuará como
mediador.
Dado que el
juego a estas edades se considera el elemento principal para que los alumnos
conozcan su mundo y estructuren su entorno, debemos proporcionarles entornos
físicos adecuados y materiales motivadores y variados que potencien el
desarrollo de habilidades y cualidades de los niños, influyendo positivamente
en su autonomía y confianza.
Los únicos
protagonistas de los ambientes son los alumnos, ya que son ellos los creadores
de sus aprendizajes, por ello la única función que tiene el docente es la de
mediador de conflictos cuando los alumnos no son capaces de solucionarlos por
ellos mismos.
Las
intervenciones del docente tras la presentación de los espacios serán
puntuales, sólo para encauzar la sesión y reorientar las conductas
conflictivas. Su función principal es la de facilitador del aprendizaje. La localización
en la sala será focal, externa, evitar una participación que sirva de modelo al
alumnado y para la resolución de conflictos, facilitando la aparición de
actitudes positivas.
Las
intervenciones del docente se producirán en la zona de trabajo del alumnado,
sin que exista desplazamiento. En la relación alumnado-docente se aboga por un
trato individualizado, en el que se facilite conocimientos de los resultados y
feedback personalizados.
La evaluación
es por observación directa, se valora: nivel de participación, motivación,
relaciones, creatividad, variantes surgidas... Al final de la sesión se realiza
una puesta en común, en la que el alumnado manifiesta sus dificultades tanto en
las relaciones con los compañeros como en las tareas.
Como
conclusión, la aplicación de este recurso metodológico conduce a la creatividad
y el trabajo autónomo del alumnado.
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